La crisis del hospital Arancibia en primera persona
Roberto, ex enfermero, contó porque renunció al hospital local tras 23 años de labor.
La crisis del Hospital Arancibia tiene nombre y apellido. Son personas de carne y hueso que, día a día, tratan de sostener un sistema de salud pública que cada vez se hace más inviable.
Es que la misma ya no solo responde a la falta de insumos, edificios deteriorados o médicos que están un tiempo y renuncian.
La crisis está socavando el sostén mismo de servicio que son los que, día tras día, lo mantienen en funcionamiento.
La renuncia de enfermeras, choferes de ambulancia o administrativos demuestra que la salud pública en la segunda ciudad del distrito está en jaque.
Para ejemplificar está la historia de Roberto, un enfermero de la localidad que decidió renunciar para preservar su salud mental.
“Fui uno de ellos, fui el que encabezó esto. Decidí irme, no tengo un trabajo fijo hoy, pero soy libre. Decidí dejar esto porque me estaba haciendo mal, me estaba enfermando, y creo que muchos compañeros están pasando por eso. Cuando tienen que evaluar la salud mental, el dejar a sus hijos al cuidado de otros, donde uno no puede compartir horas con su familia, y el trabajo no recompensa eso, ya no sirve. Por eso yo me fui”, dijo al hacer uso de la palabra en el abrazo simbólico que algunos empleados del hospital realizaron el pasado martes.
“Obvio que extraño estar en el hospital. Pasé más de la mitad mi vida adentro del hospital. Tenía 24 años cuando entré y hoy tengo 51, así que imagínense, pasé más de mi vida trabajando en este hospital, con cosas muy buenas y cosas muy malas, muy tristes, como todos mis compañeros que han pasado. La pandemia fue un punto muy difícil, fue muy duro trabajar acá, vimos gente joven que se fue, conocidos, y tampoco tuvimos una recompensa económica por parte del municipio. Tuvimos mucha gente que salió a brindarnos apoyo en la calle, tuvimos gente que salió a aplaudir, que nos daba fuerza, pero esa fuerza se terminó, y hoy vemos que todos los días el hospital está para atrás”.
Roberto relato que se han ido perdiendo profesionales, no solo desde ahora, sino desde el año 2010, 2011.
“Todos los días vemos que se van profesionales, y desde el municipio lamentablemente no ven esa realidad. Yo les puse en mi nota de renuncia, que tienen que salir a recorrer el interior para que vean cómo es la realidad”.
El enfermero se hizo eco de las palabras de la Jefa de Enfermería, Soraya Martínez, sobre que no son una salud de segunda.
“En Patagones no se enteran porque ellos en cada habitación tienen, por ejemplo, un aire acondicionado frío o calor, entonces no se enteran que acá en Villalonga las calderas no están funcionando; tienen un lavarropa industrial, entonces no se enteran que acá en Villalonga el lavarropa no da abasto, no pueden traer un lavarropa común para una casa de familia, cuando el lavarropa acá funciona 8 o 10 horas corridas, no va a aguantar. Y eso la gente de Patagones no lo sabe, y luego no lo quieren entender”, ejemplificó sobre las condiciones laborales.
“Entonces llega la desidia, a este momento donde todo se termina, todos nos queremos ir. A todo esto se le suman los sueldos. Tenemos colegas en el partido de Villarino que están cobrando el triple de lo que cobramos nosotros acá en Villalonga. Colegas de otras regiones como Puan, Dorrego, Punta Alta. Todo tienen un sueldo tres veces mejor, y eso brinda a su familia una mejor calidad de vida. Acá no cubrimos nuestras necesidades básicas”.
Roberto cerró su alocución pidiendo y agradeciendo el apoyo de la comunidad.
“A toda la gente que viene a acompañarnos, les agradezco de corazón a todos. A mis compañeros, fuerza, que están luchando. Gracias a la gente que vino a acompañarnos, porque es la única forma en que podemos hacerle entender esto a los políticos. Hoy, lamentablemente, no hay nadie de estos, ni siquiera los concejales nuestros están acá. Es una lástima, porque nuestros representantes deberían estar, por lo menos”, finalizó.