Locales/Regionales Escuchar artículo

Condena para un verdulero maragato por manosear a su jóven empleada

El juez Ricardo Gutiérrez, del Tribunal en lo Criminal N° 1, le acaba de imponer 3 años de prisión de ejecución condicional.

Condena para un verdulero maragato por manosear a su jóven empleada

El juez Ricardo Gutiérrez, del Tribunal en lo Criminal N° 1, le acaba de imponer 3 años de prisión de ejecución condicional.

La adolescente tenía 16 años, se le había roto el celular y pretendía "hacer unos pesos" para comprar otro. Con esa ilusión fue a buscar trabajo a una verdulería de Villa Linch, y lo encontró. Pero también sufrió los abusos que cambiarían su vida.

Fue en febrero de 2019 y la chica, que hoy tiene 22, se vio obligada a alejarse de su familia, se fue a vivir y a estudiar a La Plata y también tuvo que someterse a tratamiento psicológico, porque sufrió lo que la mayoría de las víctimas abusadas padecen: depresión, ansiedad y retraimiento.

Un paso hacia su "reparación" dio la Justicia en los últimos días cuando dictó la condena al verdulero, aunque no irá preso.

El juez Ricardo Gutiérrez, del Tribunal en lo Criminal N° 1, le acaba de imponer 3 años de prisión de ejecución condicional.

El verdulero llegó al juicio bajo los cargos de abuso sexual simple reiterado (tres hechos) y corrupción de menores agravada por la edad de la víctima en concurso ideal con abuso sexual en grado tentativa.

De hecho el fiscal Marcelo Romero Jardín pretendía una condena a 5 años.

Sin corrupción

Sin embargo, el magistrado coincidió parcialmente con el defensor oficial, Carlos Carnevale, y desestimó el delito de corrupción de menores.

El verdulero, nacido en la ciudad jujeña de Perico, tiene actualmente 52 años y vive con su concubina en Patagones, fue declarado autor de distintos manoseos que sufrió la chica en el comercio de la calle Luis Vernet.

El primero de los delitos se produjo el sábado 9 de febrero de 2019, cuando la chica acomodaba la mercadería y el verdulero le tocó los glúteos con sus manos y contra su voluntad.

Con el objetivo del celular, la chica siguió con su trabajo. Pensó que lo podía "soportar". Y dos días después regresó a la tarea.

Sin embargo, volvió a manosearla, esta vez en dos oportunidades. Y la agresión escaló.

El mismo día, mientras le refería que "estaba linda y carnosa", y luego de llevar la charla a términos íntimos, le ofreció 2.500 pesos, a cambio de sexo, para que comprara el teléfono.

En ese momento volvió a tocarla y hasta procuró forzarla para ir al fondo del comercio.

El oportuno ingreso de una clienta evitó consecuencias peores. La chica pudo escapar y nunca más volvió.

Le confió la situación a un amigo y él le dijo que debía contarle a su madre y, de esa manera, lo denunció.

En el poco tiempo que estuvo como "empleada", siempre se sintió cosificada. Dijo que el verdulero le hablaba de su cuerpo como "la mercadería" y cuando atendía el mostrador pasaba por atrás de ella y "me tocaba la cintura y me apoyaba".

Admitió haber tomado a la chica a trabajar pero desmintió los cargos. Lo mismo su mujer, quien también trabaja en el negocio.

La joven se volvió depresiva y empezó a sentir temor, porque el hombre empezó a transgredir la perimetral que le habían fijado preventivamente, durante la instrucción de la causa.

En 2020 se fue a estudiar a La Plata. Se vio obligada a alejarse de su familia y amigos. Y cada vez que vuelve prefiere no parar en Patagones sino que va a Viedma.

Los informes de dos peritos psicólogas que la atendieron coinciden en que la joven evidenciaba angustia, apatía y ansiedad relacionadas con el episodio vivido y que mantenía un discurso "claro, coherente y lógico" durante las entrevistas, con lo cual no aparecen indicios que den cuenta de un discurso fabulado.

Tres puntos que respaldan a la víctima

Según el juez Gutiérrez, el testimonio de la víctima "abastece sin duda" el estándar de la Suprema Corte de Justicia para ratificar estos delitos:

A) Ausencia de incredibilidad subjetiva derivada de un móvil espurio (resentimiento o enemistad) consecuencia de relaciones precedentes entre incriminado y denunciante, descarte de un contaminado entorno familiar. 

B) Verosimilitud en cuanto la misma se deduzca de corroboraciones periféricas.

C) Persistencia en la incriminación, por su prolongación temporal y ausencia de contradicciones.

También sostuvo que su discurso, no fabulado, se respalda con los del amigo y la madre, quienes ratificaron lo de la denuncia.

Sobre el tercer hecho, el juez consideró que no se probó la corrupción de menores porque los dichos del imputado no tuvieron "el propósito de que la víctima tuviera conocimiento de prácticas sexuales de manera prematura y con el objetivo de desviar el desarrollo de su sexualidad".

"La corrupción de menores requiere actos idóneos para corromper o depravar, lo cual no se acreditó", dijo.

"Nunca metí mano, ni le propuse plata"

El verdulero negó los cargos de la acusación. "Nunca le metí mano, ni le propuse plata ni nada. No sé por qué metio eso", dijo.

Reconoció que le dio trabajo a la chica porque buscaba comprarse el celular y que antes la conocía como clienta. "Las veces que iba a comprar, con su hermana, llegaba y se iba. Jamás la toque", agregó.

Recordó que el lunes de la denuncia, la joven fue a devolver unos envases de gaseosa, que había gente en la verdulería y al cerrar el negocio sufrió un escrache por el supuesto intento de violación. Desconocidos le cortaron cables del tablero eléctrico y lo dejaron sin luz.

La mujer del verdulero defendió a su pareja y dijo que la chica "nunca se quedaba sola con su marido" porque ella estaba "todo el tiempo" en el negocio. "Hace 15 años que tenemos el negocio, van chicas todo el tiempo y nunca hubo problemas", agregó la mujer.

FUENTE: La Nueva

Volver arriba