Taller Literario en Monte Hermoso: la experiencia de ir a otros mundos
“Soñó con flores rarísimas que no figuraban en ningún catálogo pero que algún día aparecerán en la tierra porque todo lo que imaginamos o soñamos existe alguna vez en este mundo...
“Soñó con flores rarísimas que no figuraban en ningún catálogo pero que algún día aparecerán en la tierra porque todo lo que imaginamos o soñamos existe alguna vez en este mundo”, Silvina Ocampo.
Desde hace 29 años la escritora María Antonia Zaragoza coordina el Taller Literario Municipal compuesto, a lo largo de este tiempo, por una gran diversidad de grupos heterogéneos que compartieron y comparten su pasión por la escritura y la literatura.
En la actualidad, el taller (el cual cerró su ciclo días atrás con un evento en la Biblioteca Popular Monte Hermoso, llamado “La tierra huele a cielo”), brinda la oportunidad de participar a quienes se sienten cercanos y vinculados, de una u otra forma, a este modo de expresión.
Zaragoza comentó que el grupo está conformado por 17 mujeres y un varón, de distintas edades y áreas de interés.
“Hay una radióloga, una actriz, una alfarera, una ingeniera civil, maestras jubiladas, profesoras de literatura, una orientadora social y una orientadora educacional, una psicóloga y dos doctoras en Biología, entre otras ocupaciones”, destacó.
“Esto hace del grupo una experiencia muy enriquecedora. Cuando doy una consigna cada integrante tiene una experiencia de vida distinta y unos recursos muy diversos e interesantes. Esto le da luminosidad a cada encuentro”, dijo.
“Para dar un ejemplo, una de las integrantes, Ornella, quien hoy tiene 18 años, y asiste desde los 15, fue un pilar fundamental en pandemia porque ayudó muchísimo con la tecnología, que fue un recurso muy valioso para dar continuidad a la escritura de forma online”, dijo.
El taller se realiza cada lunes de 19 a 21 y consta de propuestas de lectura y escritura. Se escribe allí y generalmente se deja alguna consigna de escritura para la semana, a partir de versos, juegos de cartas, experiencias sensoriales, fotos y lecturas.
“El grupo es entusiasta, agradecido de cada propuesta y vive con intensidad la escritura”, comentó la coordinadora.
“Me dicen que son felices viniendo al taller y también se genera una confianza para leer los textos propios, algo que no es sencillo. Como dice Espíndola: ‘Leer lo que un escribe es como mostrar las costillas’”, agregó.
Es un espacio de escucha y respeto el que nadie juzga el trabajo del otro. Hay una premisa amorosa implícita: es lo que cada uno puede hacer.
“Cuando llegan al taller todos escriben pero a veces algunas personas no se animan a leer. Lo interesante es que en unas pocas clases ya leen todos”, contó.
“Se genera un clima de silencio y respeto en el que uno puede, por un rato, abstraerse de este mundo y estar en otro plano. Esa es la experiencia del taller: por un rato, irnos a otros mundos”, sostuvo.
Durante el año el taller participó con lecturas performáticas en eventos de música que organizaba la Biblioteca. Lo hicieron en tres oportunidades, el último viernes de cada mes, con lecturas y recitados de textos seleccionados.
El miércoles 11 participaron de un encuentro con el taller de Laura Forchetti, de Coronel Dorrego, que se llamó Escucha y se realizó en Paseo del Pinar. Allí se hizo un registro de lo sonoro con lecturas y escrituras. El trabajo final fue en una hoja con pentagramas, una partitura, y allí cada integrante escribía la música de las plantas y árboles.
En paralelo al taller, Zaragoza coordina un Club de Lectura, llamado Los Viernes Canela, con un formato de leer y conversar, en un clima de intimidad y confianza. También es una oferta municipal gratuita a cargo del área de Cultura.
Desde hace 2 años este club se sumó a una red de clubes de lectura del Fondo de Cultura Económica y recibe libros presentes en catálogos. El grupo pueden elegir distintas obras por cada cambio de estación.
María Antonia Zaragoza nació en coronel Dorrego, en 1965, y desde hace 30 años vive en Monte Hermoso. Estudió profesorado especializado en Educación Preescolar. Fue directora e inspectora en el Nivel Inicial.
Publicó libros de poesías para las infancias: Arenitas (1991), y Bicho y Hecho (1993). En 2011, publicó el libro de poesías Andan Descalzas. Obtuvo varios premios en su trayectoria y participó de antologías.
“La tierra huele a cielo”: el cierre de un ciclo anualAsí llamaron a la puesta en voz de poemas del Taller Literario Municipal de Monte Hermoso que se llevó a cabo en la Biblioteca Popular Monte Hermoso el pasado viernes 13, a modo de cierre de año. El nombre es un verso que escribió una de las integrantes del taller, Erica, y fue votado para representar al evento.
Además de la lectura de las poesías realizadas por quienes integran el taller, que es de carácter gratuito, y de la entrega de diplomas a los talleristas, se pudo disfrutar del acompañamiento de la banda Duna’s Trío, conformada por Daniel Tanzola (saxo), Juan Tanzola ( guitarra) y Andrés Ledesma Higonet (guitarra y voz) , la cual nació de la mano del taller.
Durante el evento, Zaragoza recordó a Carlos Ceretti, quien fuera tallerista en el balneario, ganador de 5 Martín Fierro por su trabajo creativo como publicista, quien ya no está físicamente y leyó dos de sus escritos.
“Invitamos a escuchar poesía, pero ¿Qué es la poesía? ¿Se puede definir? ¿Es la poesía un trabajo? No. Ser poeta es un trabajo. La poesía es mucho más compleja y profunda como para catalogarla o encasillarla. ¿Está la poesía al alcance de todos? Claro que sí. Escribir un poema, en ocasiones es solamente reparar en la belleza de las cosas. Lo no escrito es también poesía. Un momento. Un instante”, compartió Zaragoza con los presentes.
“A José Saramago le preguntaron si había diferencia entre escribir poesía y ser poeta. Dijo que sí. Que se puede escribir poesía sin ser poeta. (Y se nota inmediatamente). Y se puede ser poeta y no haber escrito nunca un poema. En el fondo ser poeta es tener una mirada y que esa mirada pueda expresarse en palabras. El poema está ahí para probar que quien lo escribió es poeta”, añadió.
“Pero puede ocurrir que no tenga la capacidad expresiva suficiente para pasar un poema que siente y a pesar de eso es un poeta. Contó que su abuelo materno era analfabeto. Cuando enfermó su familia decidió trasladarse a Lisboa. Entonces él bajó a la pequeña huerta y abrazó a los árboles llorando. Doce arbolitos que no volvería a verlos jamás”, agregó.
Su trabajo en estos 29 años una vez por semana es pensar y desarrollar propuestas para visibilizar esos momentos poéticos que nos habitan, que serán la base para trabajar. Despojarlo de lo que sobra, darle lo que falta.
“Disponés de unas pocas palabras para crear algo que tiene que ser hermoso. El uso económico y preciso de las palabras es uno de los momentos más hermosos de la escritura”, concluyó.