La sequía pone en jaque a Epecuén y el sistema Las Encadenadas del Oeste
La sequía reinante en el Sudoeste Bonaerense desde hace un par de años está trayendo problemas en una zona donde -hasta no hace mucho tiempo- la sobreabundancia de lluvias y agua provocaba inund...
La sequía reinante en el Sudoeste Bonaerense desde hace un par de años está trayendo problemas en una zona donde -hasta no hace mucho tiempo- la sobreabundancia de lluvias y agua provocaba inundaciones y ponía incluso en riesgo zonas pobladas. Aunque parezca mentira, hoy los distritos de Adolfo Alsina y Guaminí, que contienen a gran parte del sistema lacustre Las Encadenadas del Oeste, ven cómo la altura de sus lagunas continúa bajando y -parece- sin una solución a la vista.
Si bien en cada municipio viven -o se preocupan- en base a las expectativas que la situación genera, la cuestión no deja de ser preocupante. De las cinco lagunas, cuatro se encuentran en sus niveles mínimos de manejo, y la quinta virtualmente desapareció; ni siquiera se mide.
La situación en el lago Epecuén dista de ser caótica, pero de cualquier manera propios y extraños miran en cielo de reojo esperando un desahogo. A principios de año, el nivel del lago era de 92,45 metros sobre el nivel del mar, apenas por encima de los 92,41 msnm que se habían registrado en 1979, la última vez que las aguas habían estado tan bajas.
Desde Carhué reconocen que la situación es difícil, aunque también la analizan desde la cuestión turística: a estos niveles, similares a los que había antes de las inundaciones, se pueden recuperar playas y el nivel de concentración salina -de niveles similares al del mar Muerto- es óptimo. El sector productivo no lo ve de la misma manera, pero todavía hay esperanzas de que alguna lluvia mejore la futura cosecha; aunque ese es otro tema.
Lo cierto es que, en los últimos tiempos, las ruinas de lo que fuera la villa Epecuén quedaron prácticamente fuera del agua en su totalidad. Ya no quedan lugares inundados; todas las construcciones, o lo que queda de ellas, está a la vista.
En el resto de las lagunas que componen el sistema de Encadenadas del Oeste, la situación es dispar, aunque se reconoce que todas se encuentran por debajo de los niveles objetivo y muy cerca de los mínimos recomendados . Casi parece mentira que hace siete años, nada más, toda la zona estuviera inundada. “Lo peor es que sabemos que todos estos registros caerán con esta sequía y los pronósticos a futuro”, advierten.
Laguna Alsina, la primera de ellas, no tiene mayores problemas, ya que recibe agua desde el Partidor de Piñeyro -léase, las sierras de Ventania-, cerca de Coronel Suárez y desde allí se reparte -o no- al resto del sistema. Actualmente, su cota es de 108,45 msnm, con un nivel objetivo de 109 y un mínimo de 108; en febrero había caído a 107,9.
Cochicó es, aseguran, la que mejor se encuentra: 106,2 msnm, con un nivel objetivo de 106,3 y un mínimo de 105,5. A principios de año había bajado a 104,75. En Guaminí están preocupados por el lago Del Monte, que es el que baña las orillas de la ciudad: en su última medición apenas superaba el nivel mínimo (104 msnm vs. 104,01) y en febrero había bajado hasta 103,76. Del Venado, la que separa Del Monte de Epecuén, directamente no se mide.
“Hace cinco años que están todas las compuertas abiertas: desde laguna Alsina el agua va continuamente a Cochicó y Del Monte; el paso a Del Venado está cerrado. Así y todo, las lagunas están manteniendo un nivel muy bajo y ahora están llegando al mínimo”, asegura Fabio Robilotte, perteneciente al comité de cuencas de Las Encadenadas del Oeste.
Al respecto, asegura que en el Partidor de Piñeyro, que en momentos de inundaciones permite enviar agua hacia otras cuencas, está entregando todo el líquido de las sierras a este sistema.
“Estamos atravesando una sequía bastante grande y a partir de ahora entendemos que se va a profundizar -aclara-. Las cotas que tenemos actualmente hacía rato que no se registraban, recordando también que hasta hace unos años estábamos inundados”.
El peor momento se vivió a principios de año, con valores similares a los previos a las lluvias e inundaciones de principios de la década de 1980, que terminaron con la inundación -permitida por el gobierno de la provincia de Buenos Aires- de la villa turística Epecuén.
“En Carhué nos parece bien que la laguna haya bajado, porque es lo que necesitamos desde el punto de vista turístico: concentración salina y la posibilidad de liberar parte de la playa para poder usarla. Entonces, estamos en un nivel óptimo”, explica. Esto también puede ser un arma de doble filo, porque en caso de que continúe la baja, en Epecuén no tienen de dónde sacar agua para el lago, porque los pocos afluentes con que cuenta tampoco están realizando aportes significativos.
Además, remarca que, al ser una laguna plana en el fondo, ante cualquier bajante el agua se retira mucho de la costa y la caída del nivel se termina notando mucho.
“Hoy estamos en el nivel que se pretendía tener a principios de este siglo, cuando todavía estaba Epecuén inundado. Pasaron 20 años y recién estamos llegando a la altura de agua que pretendía la comunidad, cuando se hizo un acuerdo entre las fuerzas vivas de Carhué, el comité de cuencas, el Concejo Deliberante y el sector turístico”, dice.
Sin embargo, Robilotte comenta que en otros lugares del área que baña el sistema no piensan lo mismo. Sin ir más lejos, en Guaminí necesitan que Del Monte recupere su nivel.
“Cochicó está muy bien, pero Del Monte aún no se ha recuperado; le falta bastante para estar en un estado óptimo. En Guaminí pretenden una laguna un poco más alta, que les permita tener pesca y turismo”, comenta.
En cuanto a Del Venado, explica que el espejo de agua “no se ha perdido”, sino que se está utilizando como una suerte de reservorio.
“La tenemos en stand by, ante potenciales grandes crecidas que vengan. Lo que ocurre es que, aunque estén las compuertas abiertas, no alcanza el agua que hay en el sistema para recuperar sus niveles; por eso estamos apuntando a que primero Del Monte crezca nuevamente”, señala.
Al respecto, Robilotte señala que lo que se está haciendo es exactamente lo que dicta el manual de operaciones ante este tipo de panorama: que todas las compuertas se encuentren abiertas y el agua pase libremente, por gravedad, desde Alsina hacia el resto del sistema. Solo se está reteniendo líquido en la compuerta de Del Monte hacia Del Venado, porque esta última “ya casi es imposible recuperarla con los niveles de sequía que hay”.
“Lo que ocurre es que no se puede hacer más nada, porque no hay agua. Tenemos un sistema preparado para las inundaciones, en el que abrimos y cerramos compuertas y derivamos líquido cuando hay mucha agua. Pero cuando no hay agua, no tenemos de dónde sacarla; no somos una zona montañosa, donde se produce el deshielo y empiezan a fluir los ríos. Nosotros no tenemos de dónde sacar agua ante la sequía; sí podemos manejar lo poquito que llega. En pocas palabras, manejamos miseria cuando hay sequía”, concluye.