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¿La ganadería es una de las responsables del calentamiento global?

No obstante que se continúan publicando informes con argumentos que validan —cada vez con más frecuencia— que el sector ganadero no es uno de los más importantes contribuyentes al calentamie...

¿La ganadería es una de las responsables del calentamiento global?

No obstante que se continúan publicando informes con argumentos que validan —cada vez con más frecuencia— que el sector ganadero no es uno de los más importantes contribuyentes al calentamie...

No obstante que se continúan publicando informes con argumentos que validan —cada vez con más frecuencia— que el sector ganadero no es uno de los más importantes contribuyentes al calentamiento global, se hacen necesarios más análisis que ratifiquen esa consideración (sobremanera para el caso de la Argentina, que es uno de los principales exportadores de materia prima para alimentos del mundo).

Un estudio científico sobre el papel de las tierras destinadas a pastoreo en balance de carbono realizado por investigadores del Conicet, entre ellos el reconocido Ernesto F. Viglizzo junto a Gabriel Vázquez Amabile, Miguel Taboada y María Florencia Ricard, concluyó que se está generando un excedente de carbono.

En otras palabras, las emisiones que producen los animales resultan compensadas por el secuestro de carbono que generan esas tierras y, por ende, se puede decir que nuestro país presenta una mayor tasa de secuestro de carbono en relación a lo que se emite, en este caso la ganadería. Si se la compara con 3,5 de promedio para la región productiva del Mercosur, la Argentina secuestra 12 veces más.

El propio Dr. Viglizzo, quien además pertenece a la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria, explica la coyuntura del tema de esta manera: “Se trata de una estrategia global distractiva orientada a penalizar a la ganadería bovina como uno de los responsables primarios del calentamiento del planeta. Así entonces, algunas soluciones simplistas que se proponen apuntan a bajar el consumo de carne, especialmente la bovina, y a reducir de facto el stock de ganado bovino en países productores. Pero el caso es que ninguna de estas soluciones sirve, ya que en ambas se omite considerar el rol económico, ambiental y social que la ganadería bovina tiene en América y en otras regiones del mundo”.

En el mismo informe del Conicet se aseguró que las oportunidades para el secuestro de carbono en pastizales y pasturas pueden ser significativas, ya que esta cuestión relacionada con el manejo de ganado en pasturas, realizadas con un manejo adecuado, se puede considerar como una práctica de mitigación de emisión de gases de efecto invernadero.

“Por eso es determinante no desviar el foco del problema cargando al productor de carne con emisiones fósiles deslocalizadas que no le pertenecen. El problema del calentamiento global no es responsabilidad de la ganadería pastoril, sino de sectores que consumen combustibles fósiles que, hoy, explican más del 70 % de las emisiones globales”, añade.

Viglizzo admite, de todos modos, que la ganadería enfrenta el doble desafío estratégico de armonizar seguridad alimentaria y seguridad climática global. E implica dos temas: por un lado capturar carbono y, por el otro, reducir emisiones. También que en este punto se requiere de una doble acreditación. El carbono capturado debería ser acreditado como un commodity comerciable como la carne, la leche y los granos. Y, respecto a la reducción de emisiones, la región del Mercosur debería ser incluida en proyectos que certifiquen créditos por reducción de emisiones.

“Ambos mecanismos, que son de implementación conjunta, se integran fácilmente a la noción de balance de carbono; no así a la de huella de carbono. Y esto no significa impulsar una métrica en desmedro de la otra, sino conferir al balance y a la huella un mismo estatus conceptual en los foros internacionales”, explica.

En ese punto, el contexto no es menor.

“Para los humanos que habitan muchas regiones marginales y pobres de América Latina y el Caribe, el bovino no es solamente carne, leche y cueros, sino un factor de supervivencia biológica; es decir, una especie de caja de ahorro. Allí, sólo los rumiantes pueden convertir los forrajes fibrosos de muy baja calidad, sin valor como alimento humano, en proteínas de alto valor biológico y en minerales y vitaminas esenciales para la alimentación. Y además aporta otros recursos como fuerza de tracción y heces y orina, que son aprovechadas como fertilizantes, fuentes de energía, material de construcción y otras prestaciones”, describe.

“Quiero decir: no son pocos los productos que se generan una vez que los forrajes toscos ingresan al sistema digestivo del rumiante y son procesados. Y, a menudo, ese rol especializado del ganado bovino es omitido, o ignorado, en prestigiosos centros académicos y científicos de países desarrollados, donde más bien se ve al bovino como un villano climático y ambiental. Y, en realidad, no es así”, concluye Viglizzo.

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Fuente: https://www.lanueva.com/nota/2024-7-5-5-0-52-la-ganaderia-es-una-de-las-responsables-del-calentamiento-global

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