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Gabriela, la bióloga que hace 30 años mejora vacunas en el INTA: “La ciencia se hace en equipo”
Con casi tres décadas trabajando en el INTA, repasa su historia de vida en la investigación, pero también subraya el deporte y el arte como desconexión, en otro capítulo de ELLAS Podcast. ...
Con casi tres décadas trabajando en el INTA, repasa su historia de vida en la investigación, pero también subraya el deporte y el arte como desconexión, en otro capítulo de ELLAS Podcast.
“Retrospectivamente, el camino fue difícil, con sus obstáculos, pero siempre busqué la forma de superarlos, fortalecerme y seguir… con altibajos, como en todo pero siempre con la decisión de dar lo mejor, armar los mejores equipos y trabajar en pos de objetivos que pueden parecer pequeños pero que nos permiten ir avanzando”.
Así resume parte de su historia profesional Gabriela Calamante, investigadora del Instituto de Biotecnología de INTA, donde trabaja hace casi 30 años. Su área de trabajo son los proyectos de investigación para el desarrollo de vacunas vectorizadas por poxvirus y adenovirus.
Gabriela se crió en Vicente López, sus padres eran arquitectos y nunca tuvo vínculo con el campo ni la ciencia.
Eso sí, recuerda vacacionar mucho en el sur con casa rodante y de aquellos viajes le quedó impregnado en el alma un contacto cercano con la naturaleza.
“Sientan la energía cósmica”, les decía su madre mientras ponían los pies descalzos en cuanta superficie estuvieran. Al día de hoy se ríen de aquello pero lo cierto es que sirve a Gabriela y su familia como recordatorio para conectar con lo que los rodea.
Le gustaban las ciencias, el arte y lo social, pero cuando hubo que decidir qué estudiar se decidió por Licenciada en Ciencias Biológicas. Es la primera camada que tuvo que hacer Ciclo Básico Común, CBC, en la Universidad de Buenos Aires. Años 80s, vuelta de la democracia.
Se recibió, hizo su doctorado en el INGEBI, el Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular de CONICET, luego ingresó a INTA, se capacitó en Inglaterra donde aprendió técnicas que luego trajo a Argentina.
Entre sus hobbies están el deporte, ha hecho casi de todo, hoy se subió al running. También la desconecta lo artístico. Ha hecho cerámica, mosaiquismo y otras técnicas. He aquí su historia, en una nueva entrega de ELLAS.
–¿Si tenés que explicarle simple, sencillo a alguien qué hacés hoy en lo laboral qué le contás? ¿Qué es son vacunas vectorizadas por poxvirus y adenovirus?
-Cuando yo ingresé en el INTA en 1997 me habían puesto un desafío porque era una cosa que se empezaba a usar en el mundo que era hacer los vectores de pox virus para su uso como potencial como vacuna. Extrapolando las distancia y pensando que los vectores pueden ser distintos es algo similar a lo que es la vacuna de covid de Sputnik, ese es un tipo de adenovirus especial. Cuando empecé a trabajar con esto ni yo sabía qué era un vector viral.
– ¿Y qué es?
-Una vacuna vectorizada o un vector viral es usar a un virus inocuo como transportador de un gen, por eso se le dice vector, que codifique para una proteína de algún patógeno contra la cual queremos protegernos. Entonces ese virus entra en alguna célula de nuestro cuerpo, sin hacer reacción, sin replicarse ni diseminarse por el organismo, expresa esa proteína, la presenta al sistema inmunológico, nuestro sistema inmunológico responde y genera lo que se llama memoria. Que es lo que queremos hacer con una vacuna, que es generar memoria inmunológica para que cuando nos expongamos otra vez al patógeno tengamos protección. Cuando yo entré, trabajaba en el INTA con lo cual tenía que hacer vacunas para el sector agropecuario, lo que era difícil era la tecnología, porque no existía ese sistema disponible. Había que implementar la tecnología, ese fue el gran desafío que tuvimos entonces. Yo no sabía nada del tema, tuve que empezar a buscar, es antes de la era genómica, obvio que el acceso a la información no es lo que era ahora hace casi 30 años. No teníamos ni plata para fotocopias, estaba desfinanciada la ciencia, era la época que (Domingo) Cavallo nos había mandado a lavar los platos. Y después me juntaba con el director del Centro de Castelar, Eduardo Palma a discutir por qué camino ir.
-¿Y en ese camino tuviste un viaje a Inglaterra?
-Sí, a través de un sistema de capacitación que tiene el INTA. Yo apliqué a esos programas de capacitaciones, y me fui a un laboratorio en Inglaterra que estaba trabajando en la secuenciación de un virus parecido al que tenía yo. Yo fui ahí a hacer la secuenciación automática, algo que no hacíamos acá.
-¿Y qué aprendiste de esos viajes a Inglaterra? En lo personal me refiero…
-Yo tenía 30 años, más o menos. Viajé tres veces al mismo laboratorio. La primera vez tres meses, al año siguiente un mes, dos o tres años después dos meses más. Siempre ajustando la plata, viviendo en albergues de estudiantes, casas de familia. Yo tenía un hermano viviendo en Londres y el laboratorio estaba en un pueblito muy chiquito cerca de Oxford. Entonces los fines de semana iba con mi hermano. Tuve la suerte de caer en un grupo de una gente maravillosa. Al día de hoy, aunque ya no hablamos de trabajo, sigo en contacto con la persona que era mi jefe allá, Mike Skinner. También con su colaborador. Por otro lado, mientras estaba ahí conocí a una investigadora cubana y con ella sigo siendo amiga al día de hoy. Incluso logramos que venga a Argentina a dar unas capacitaciones en genómica hace unos años a través de la Universidad de Moreno. Yo ahí aprendí un montón en lo técnico, conocí equipos que acá ni sabíamos que existían, avancé a un ritmo que acá hubiera sido imposible y volver y tener todo ese conocimiento, y sobre todo el contacto con las personas que conocen, como decimos nosotros, “la mesada”, más allá de los pappers, es fantástico.
-¿Qué cosas fuiste aprendiendo?
-Que la ciencia se hace en equipo, como decimos nosotros, en los equipos se establecen relaciones humanas, las cuales cuando más sinceras, fluidas, menos egoístas, sean, en general son las que perduran y las que uno sostiene a lo largo del tiempo. Para mí fue muy lindo ver, en un lugar que era catalogado de excelencia, que no estábamos tan lejos. Lo que nos sorprende a nosotros, los investigadores argentinos, cuando vamos al exterior es eso. Valoran que somos multitasking, hacemos de todo, cosas que allá las hacen los administrativos, los de apoyo, y acá lo hacemos nosotros. La velocidad con la que conseguís los reactivos, allá lo pedís a la mañana y a las dos de la tarde lo tenés, acá demoran semanas.
-¿Cómo están catalogados los científicos y científicas argentinos en el mundo?
-Somos muy bien valorados. Porque tenemos una virtud, tenemos muy buena base científica-académica, estamos actualizados en las lecturas y temáticas, somos buenos con las técnicas y somos buenos para resolver cuando lo convencional no funciona. Nos faltan cosas acá, nuestro equipo no es igual al que aparece en una publicación, y toda esa flexibilidad que manejamos es muy bien valorada. Y después, cuando más solidario sea uno, más sepa compartir, es más fácil establecer esos vínculos. Estados Unidos es muy competitivo, es otro ritmo, hay investigadores del mismo grupo de trabajo que compiten para ver quien llega primero. Nosotros sabemos lo que nos cuesta llegar a esos lugares y le dedica más horas, y eso se nota y valora.
-Ahora quiero preguntarte por tu infancia. ¿Qué te acordás? Te criaste en las calles de Vicente López, pero tenés lindos recuerdos de las vacaciones en el sur con la casa rodante. ¿Cómo estaba conformado ese hogar? ¿Qué te gustaba hacer?
-Para mí, la casa rodante era lo natural. Siempre nos ibamos en casa rodante. La había armado mi papá y un amigo. Nosotros somos tres hermanos, el amigo de mi papá tenía también tres hijos. Pero no había casas rodantes para tres niños, entonces compraron la estructura y la armaron. ¡Yo creía que todo el mundo se iba en casa rodante! Ja. Yo creo que este amor por la naturaleza lo fui incentivando desde muy chica por mis padres. Mi mamá y mi papá eran arquitectos, estaban volcados a lo artístico, y la ventaja que tenía la casa rodante era que uno paraba donde quería, donde encontraba un lugar lindo. Entonces te sentías muy en contacto con la naturaleza. Había un dicho de mi mamá que era “sentí la energía cósmica”. Nos hacía poner descalzos, sea la playa, una montaña, lo que sea, y disfrutabas del silencio, la desconexión, la no locura. El único que manejaba era mi papá que tiraba la casa rodante en una estanciera. Ibamos mucho al sur. Recuerdo también que mis padres recorrían las chacras para comprar frutas y verduras para las vacaciones, porque cuando entrábamos en la provincia de Río Negro, no se podía llevar frutas desde acá. Nosotros disfrutamos un montón de todo eso.
-Bueno, está lo artístico por un lado, lo social y la naturaleza, todo mezclado. Cuándo tuviste que decidir qué estudiar, ¿tuviste dudas, tenías un plan b?
-En esa época, para ver qué estudiar había una guía naranja de Eudeba, con todas las carreras, y tengo la imagen de pasar hojas y hojas y no encontrar. Cuando era chiquita pensaba que iba a ser veterinaria porque miraba Daktari, una serie donde en medio de la selva curaban y cuidaban animales, pero después me di cuenta que no me iba a gustar ver a los animales enfermos o lastimados. Y terminábamos la guía y no me gustaba nada. Y vuelta a buscar. Y de repente dije que quería ir a ciudad universitaria, yo vivía en Vicente López, el lugar era muy lindo. ¿Qué se estudia en Ciudad? Dije. Yo no tenía ni idea de que iba a hacer este camino. Lo disfruté y disfruto muchísimo. Pero en ese momento elegí un lugar, no una carrera. Y así surgió biología, me gustaba Jacques Cousteau. Hice todo el CBC, los primeros años de la facultad, ¡sin saber qué hacía un biólogo!
-Encima los primeros años de todas las carreras son muy generalistas.
-Y nosotros somos primera camada del CBC, vos ingresabas sin examen a la Universidad, entonces, la carrera de biología pasó de tener 20-30 alumnos a 350. No estaba preparada para esa explosión.
-Has desandado un camino en la militancia política y te seducen espacios de construcción colectiva desde el gremio APINTA, en la parte de género e igualdad. ¿Cómo ves y analizás las situación para las mujeres hoy? Hoy comparado con antes…
-Primero tuve que deconstruirme yo. Cuando uno empieza poco a poco a indagar, charlar, te das cuenta que no tiene que ser así. Muchos decimos que para la mujer científica es igual, y no, no es igual. Porque cuando un hijo se enferma la que se queda es la mujer en casa, las que a veces relegamos las carreras en función de la maternidad somos nosotras. Ojo, se disfruta la maternidad, pero tenés inestabilidad en las becas, hasta que no tenés un cargo estable no sabés si formar o no una familia. Entonces, cuando mirás para atrás, ves que las mujeres que en ese momento han llegado a tener cargos de poder, querían que nosotros sufriéramos lo mismo que ellas para llegar hasta ahí. A mí me preocupa cuando vas a un concurso y un consejero de INTA me preguntó si mi marido sabía que el cargo iba a conllevar que viaje. Yo no le quise contestar porque soy respetuosa, pero su pregunta fue ofensiva. Las mujeres fuimos aprendiendo a hacernos valer y la única forma de lograrlo es colectivamente. Es imposible conquistar derechos individualmente. A mí lo que me interesa es la igualdad de oportunidades y trato. Ser equitativos, no sólo igualitarios, porque un cupo no garantiza que haya equidad en la distribución de trabajo. Yo tuve que ir aprendiendo, yo tenía cosas naturalizadas que estaba mal. Tuve que aprender a hacerme valer. Nosotros nos presentábamos a una beca y si se presentaba un varón tenías las de perder, porque vos te podías embarazar. Era así y te la fumabas.
-Quiero que me cuentes del deporte en tu vida. Hockey, paddle, natación, ahora running…
-A mí el deporte me encanta desde chiquita. Íbamos al club cerca de casa, y estábamos todo el tiempo ahí. Y de repente empecé a jugar al hockey y me encantó. El deporte me encanta. Yo dejaba la vida por el hockey. En la época de la facultad que yo jugaba en GEBA, si tenía examen el sábado rendía rápido y salía corriendo a jugar. Hoy es mi cable a tierra, es lo que me saca de la locura, casi un psicólogo. También me sirvió en una época para hacer amigos, también jugaba en Inglaterra incluso. Siempre estuvo en mi vida. Te divertías, la pasabas bien. Después empecé natación, y ahora el running, que estoy haciendo hoy, es para combatir el sedentarismo, despejar la cabeza, no pensar en nada.
-¿Te pasa a veces que en el running resolvés cosas de laburo cuando hacés una tirada larga?
-Sí, eso me pasa, mi cabeza se va a la parte de trabajo, a lo personal, y lográs resolver pequeñas cosas, apuntes que te van surgiendo, por ahí pueden ser ideas locas que después tenés que construir, obvio, es la punta del ovillo. Y después, en las tiradas más largas, hay un momento que la mente se pone en blanco y ya no pensás en nada. En general, resolvés más el problema cuando no estás sentado frente al problema. Eso pasa en nuestro trabajo. Cuando te das espacios para hacer otras cosas.
-También tenés o has tenido tu costado artístico. Ahí también despejás…
-Sí, durante muchos años hice con una amiga de mi mamá, cuando era chica, cerámica. Lo disfrutaba muchísimo. Fue lindo cuando vaciamos la casa de mamá encontrar piezas que había hecho hace mil años. y después vi que hacían pasta piedra, que es como un cemento que queda raro, porque es artístico, pero hecho en una base de cemento… y ojo, soy mala con las terminaciones, entonces eso más rustico me va mejor. Y después mi marido hizo un estanquecito con unos peces en el fondo de casa y me animé al mosaiquismo para decorar el estanque. A mí me pasa que todo eso me despeja, igual que el deporte. Te concentrás en eso, después tu mente va y viene.
-¿Música? ¿Por dónde vas?
-Soy una persona de radio, en el auto, cocinando. Y si tengo que escuchar música me gusta mucho la brasilera, tipo samba. Me encanta una que se llama Beth Carvalho. Después mucho de los 80s nacional. Soy fanática de Charly, Serú Girán. León Gieco, que fue lo primero que pude compartir con mis hijos, les divertía Bandidos rurales. Y después el folclore. Viví mi fin de adolescencia con la vuelta a la democracia. Me marcó mucho los recitales: Silvio Rodríguez, Pablo, la negra Mercedes Sosa, yo escucho folclore y se enciende algo dentro mío. Recuerdo los recitales de Mercedes Sosa en el Luna Park, poder verla. Jaime Torres con su charango, increíble. Soy fanática de Divididos, los debo haber ido a ver mil veces. Pasé toda mi juventud yendo a recitales.
-La última tiene que ver si tienen alguna frase de cabecera.
-En eso te podría decir dos. Una, sentí la energía cósmica, que es un chiste en casa ya, pero es eso de conectarse con lo que te rodea. Y la otra “disfrutá lo que hagas”. Si no disfrutás lo que estás haciendo no lo hagas. Obvio que hacemos cosas que no disfrutamos, pero siempre hay un espacio que tenemos que buscar para que lo que estemos haciendo sea con algo de disfrute. Si uno no disfruta lo que hace es imposible que esté bien con uno y si no disfrutás vos es difícil poder estar bien con las otras personas. Estamos viviendo un momento de sumo individualismo. Yo soy rara dentro de lo científico porque hay mucha disputa de egos, mucha meritocracia, estoy en contra de eso. estoy a favor de la igualdad de oportunidades. Si todos tuviéramos las mismas oportunidades hablemos de méritos.
“ELLAS” es una serie de podcasts realizados por Infocampo con mujeres de campo que inspiran por su historia emprendedora, y que cuenta con el acompañamiento de “Mujeres en Campaña”, una iniciativa de New Holland Agriculture que ya tiene un camino recorrido y embajadoras de distintos lugares del país.
La Iniciativa Mujeres en Campaña (MEC) surgió cuando comenzamos a notar que existen muchas mujeres involucradas en el campo con grandes capacidades y que todas teníamos algo en común: la necesidad de compartir experiencias vinculadas al campo y al trabajo rural, nuestro principal objetivo es visibilizar el rol de la mujer rural en cualquiera de sus tareas sea como cliente o como una referente para el sector”, señaló Natalia Álvarez, referente de Marketing New Holland Argentina.
Desde “Mujeres en Campaña” desarrollaron el concepto de “embajadoras” que permite conocer un poco más de cada una en su rubro y, a su vez, difundir cómo trabajan y cómo se sienten.
El objetivo de este maridaje entre ELLAS y Mujeres en Campaña es llegar a mujeres de distintas edades y distintas zonas geográficas. “Nos enorgullece cuando un padre nos comenta que le recomendó a su hija inscribirse en nuestra plataforma para capacitarse y realizar algún curso de los que ofrecemos”, agregó Álvarez.
Desde la plataforma de MEC, se puede acceder a capacitaciones, foros, talleres, entrevistas y contenido de interés, además, cuenta con una Feria de Emprendedoras para dar a conocer los proyectos que lideran las seguidoras.
Fuente: Infocampo
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