El suelo del sudoeste bonaerense: una de cal y otra de arena
La salud del suelo productivo del país en general —y del sur de la provincia de Buenos Aires en particular— es un tema de extrema trascendencia no sólo para la mesa de los argentinos, sino pa...
La salud del suelo productivo del país en general —y del sur de la provincia de Buenos Aires en particular— es un tema de extrema trascendencia no sólo para la mesa de los argentinos, sino para el mundo entero a partir de ser, la Argentina, un productor neto de alimentos para entre 400 y 500 millones de personas.
Más allá de la evidencia empírica, que sólo requiere de una observancia superficial de los estados de los campos (muchos de ellos ya volados) en territorios que, en alguna ocasión, llegaron a ser cuna de cultivos tradicionales en la región, un reciente estudio realizado por el equipo liderado por el Dr. Juan José Gaitán, investigador adjunto del Conicet en la Universidad de Luján, le puso número a la casa sobre la problemática.
“Hicimos mapas de carbono en suelo a partir de datos medidos en las décadas del 60 y del 70 y, a partir de mediciones propias, los comparamos con el mapa de suelo actual. Así llegamos a la conclusión de que el sur de la provincia de Buenos Aires es la zona, dentro de la región agrícola pampeana argentina, que más carbono ha perdido en los últimos 50 años”, dice Gaitán, quien dialogó con La Nueva. durante la última edición de A Todo Trigo realizada en Mar del Plata.
La pregunta del millón no es sólo cuánto se perdió de carbono en el suelo, entre 0,8 a una tonelada por hectárea por año de acuerdo con la investigación, sino si es mucho —o poco— en este marco de tratamiento.
“Es una pérdida alta. De todos modos, podemos empezar a ver un lado positivo: esa pérdida, aparentemente, se ha empezado a revertir. A partir de 2018, los modelos nos están indicando que se recupera parte del carbono a través de cambios en las rotaciones. La incorporación de más cultivos de invierno y de cobertura integrándose a las rotaciones hace que el balance se haya convertido en una pieza clave”, señala Gaitán, quien posee un doctorado en Ciencias Agropecuarias y tiene más de 20 años de experiencia en investigación sobre sensores remotos y sistemas de información geográfica aplicados a la evaluación y monitoreo de la salud ambiental, degradación de tierras, usos del suelo e impactos de la producción.
A partir de este nuevo punto, que confronta con el anterior, el propio Gaitán resalta el rol y la importancia de las rotaciones de cultivos. Y amplía: “En la medida de que podamos tener más datos y mejores conocimientos acerca de cómo evolucionan las propiedades del suelo y el carbono y podamos relacionar esas mediciones con el uso que se está haciendo, tendremos información para diseñar sistemas de uso más sostenibles. Vale decir que la clave es el monitoreo y la medición, porque nos da un soporte técnico y científico para una mejor toma de decisiones”.
Dr. Juan José Gaitán, investigador adjunto del Conicet en la Universidad de Luján.
Su insistencia en el concepto presume una ausencia de este tipo de protocolos de un aspecto decisivo para la generación de alimentos de hoy, mañana y pasado. “No es tan así —admite—. Lo estamos haciendo incipientemente y como requiere de un trabajo a largo plazo y en forma continua y permanente, a veces no se condice con cierta continuidad en estas iniciativas en nuestro país. Quiero decir: hay que pensar en estrategias para ese tiempo entre los sectores público y privado para sostener los estudios”.
¿Otro tanto sucederá para el sur del sudoeste bonaerense? El panorama de los últimos años no da esos indicios. Y Gaitán lo explica de esta manera: “De esa parte de la provincia no me referí mucho porque tiene características diferentes. Se parece más a la Patagonia y no tanto a la región pampeana. En Patagones hemos visto, por ejemplo, procesos de erosión eólica y de voladura de suelos que sucedieron por malas decisiones de manejo. ¿Qué pasó? Se desmontó el monte nativo. Y ocurrió una serie de años de precipitaciones por encima de lo normal, lo que motivó que se empiece a hacer agricultura en ciertas zonas que, cuando las lluvias volvieron a lo normal, desencadenó el problema”.
El mensaje —no cifrado— de Gaitán concluye: “Es momento de tomar decisiones basadas en la evidencia científica, entre ellas las que obtenemos de los satélites, para lo cual es necesario medir en forma organizada y coordinada y desarrollar un sistema de monitoreo nacional para acceder a todos los procesos que están ocurriendo”.
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