El presidente de Ciara-CEC ponderó el potencial del puerto de Bahía Blanca
Para el presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara) y el Centro Exportador de Cereales (CEC), Gustavo Idígoras, ...
Para el presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara) y el Centro Exportador de Cereales (CEC), Gustavo Idígoras, Bahía Blanca es un polo agroindustrial muy importante para la Argentina, en general, y para los complejos cerealero y oleaginoso, en particular.
“Sabemos de la eficiencia del Consorcio de Gestión, donde se articula una mesa de trabajo a nivel de sindicatos, productores, exportadores y gobierno provincial para una estrategia para que el puerto crezca. En ese sentido, ponderamos al intendente Federico Susbielles, con quien ya teníamos una sintonía positiva desde cuando estaba al frente del CGPBB”, añadió.
“Esta experiencia previa es valiosa para nosotros y ahora el diálogo es muy relevante. Cuando uno lo escucha (al jefe comunal) siempre va a haber una mención sobre el puerto, porque considera a la ciudad como una ciudad puerto y que el futuro del desarrollo está basado también en la capacidad de expansión, diversificación y multiplicación. En eso coincidimos”, sostuvo.
Idígoras estuvo estos jueves y viernes últimos en nuestra ciudad para exponer sobre el futuro de la agroindustria argentina y mundial en la sede de la Unión Industrial de Bahía Blanca, donde fue recibido por el titular de la entidad, Gustavo F. Elías, y para asistir al cierre del Agrotour, el relevamiento anual de cultivos de fina que realizan —por nuestra región— la Bolsa de Cereales y la Cámara Arbitral de Bahía Blanca.
El siguiente es un tramo del diálogo mantenido con La Nueva.:
—¿Cuál es el balance de lo sucedido este año y cuáles son las perspectivas para 2025?
—Fue un año que empezamos de manera agitada, altísimo nivel de inflación, mucha incertidumbre macroeconómica y un gobierno debutante en términos de conocimiento del Estado y de política pública.
“El sector cerealero y oleaginoso venía muy golpeado por la sequía del año anterior, cuando se perdieron unos 22.000 millones de dólares en contratos de exportación. La industria había quedado casi paralizada y, además, persistía un alto grado de intervención del comercio exterior. Nadie sabía si realmente había un producto en el mercado y para exportar había que hacerlo en cuotas luego de la intervención del Banco Central.
“Pero salimos de eso con expectativas, ya que el Gobierno tomó medidas rápidas. Y después empezó una proyección favorable en materia de estabilidad macroeconómica que ha llevado, al día de hoy, a tener una curva fuerte de descenso inflacionario pero, sobre todo, una estabilidad en el mercado cambiario. Es algo que, para el común de los argentinos, es positivo, pero en realidad para el mercado de granos es esencial, porque se mueve sólo cuando existe estabilidad del tipo de cambio. Cualquier presunción de inestabilidad lleva a la paralización de las ventas de los productores a la exportación”.
—¿Es determinante la incidencia de la cuestión cambiaria?
—Quién va a vender si dentro de unos días el tipo de cambio va a subir. Cuando no hay una expectativa de modificación, el mercado de granos fluye en forma natural. Y esto lo hemos visto claramente ahora, en octubre. Los productores decidieron tomar posiciones de venta, algo que se ratifica en este mes.
“Por ejemplo, en esta época la actividad del puerto de Bahía Blanca es una de las más fuertes de los últimos años. Se ha llegado a la conclusión de que la estabilidad llegó para quedarse un tiempo, o por lo menos muchos meses, y eso lleva a la decisión de comercializar, industrializar, exportar y así llegamos al mejor octubre de molienda de soja y de embarques en los últimos 20 años de la Argentina”.
—La palabra clave es estabilidad entonces…
—Claramente. La verdad es que cuando hablábamos con los equipos económicos de distintos gobiernos sobre el tema de la estabilidad era una pretensión muy alejada de la realidad, porque sabíamos que la compartían, pero que no existía una confianza en el mercado para que sucediera; es decir, no había solidez en la sostenibilidad de esa política económica.
“Acá, ahora, tenemos a un presidente (por Javier Milei) que no le importa el resultado electoral, sino un programa de un equipo económico que no tiene grietas, que va en el mismo camino y siempre nos dice lo mismo: ‘No importa el efecto en lo coyuntural; nosotros estamos mirando el largo plazo de la Argentina y no vamos a modificar la política fiscal, monetaria y cambiaria’. Eso es muy favorable.
“Naturalmente, la estabilidad tiene que estar acompañada de crecimiento. Y eso es lo que estamos tratando de trabajar con el Gobierno, quien nos plantea que es algo que debe ser pura y exclusivamente privado. Nosotros entendemos que sí, que viene un momento de inversión privada, pero que para eso también hacen falta modificaciones adicionales como, por ejemplo, las retenciones”.
—En ese sentido, ¿cuál es la propuesta de Ciara-CEC?
—Hemos realizado algunas propuestas formales al Gobierno y empezamos por la soja. Hoy tiene el 33 % más de impuestos que el resto de la economía, cuando es el principal generador de divisas del país y, a su vez, es el más castigado.
“Hemos demostrado que una baja de 33 al 25 % generaría unos 5.000 millones de dólares para la Argentina al año siguiente; y un aumento de la producción y un crecimiento exportador junto a 97.000 puestos de empleo adicionales. Y, además, no le provocaría pérdidas fiscales totales porque al mejorar el ingreso del productor, aumenta el cobro de impuesto a las ganancias, o ingresos brutos en el caso de las provincias.
“El Gobierno nos pidió paciencia y nos dijo que no es el momento aún para hacerlo. Y nosotros lo entendemos. Creemos que en 2025 deberemos tener una mesa de trabajo para mirar hacia la próxima siembra”.
—¿Hay posibilidades de avanzar con las propuestas?
—La alternativa siempre está. Esa es nuestra vocación y entiendo que también la comparten las entidades de productores.
“El Gobierno necesita cumplir determinados hitos macroeconómicos, entre ellos la unificación cambiaria y la liberación del cepo para ingresar a esta etapa. Siempre nos dicen que la baja de impuestos se va a producir una vez que se logren los demás pilares.
“Lo que nosotros decimos es que para que haya baja de impuestos, hay que tener mayor crecimiento económico. Para más crecimiento económico, hay que subir exportaciones pero, para aumentar exportaciones, hay que bajar retenciones. Empecemos entonces bajando las retenciones para lograr todo lo demás. Esta es la conversación que estamos teniendo actualmente”.
—La Argentina fue granero, supermercado y ¿ahora qué?
—El granero y el supermercado van a empezar a ser parcialmente sustituidos por un abastecedor bioenergético, ya que el mundo está requiriendo bioenergías de segunda generación. Las petroleras ya no solamente van a extraer petróleo y gas, sino que comprarán aceites para transformarlo en biocombustibles, o van a sumar directamente biocombustibles de segunda generación.
“¿Qué significa segunda generación? Ya no es sólo el biodiesel o el bioetanol que conocemos habitualmente. Quien acá carga nafta se lleva un 10 % de maíz todos los días, o el que carga diesel se lleva un 8 % de soja en su vehículo, pero están también la camelina, la carinata o la colza, así como muchos otros cultivos que se van a transformar en materias primas de la industria petrolera para alimentar barcos y aeronaves del mundo por normativa internacional que, a partir de 2025, van a tener que empezar a usarla y en 2030 va a ser de obligatoriedad.
“Por lo tanto, lo que se produce en el campo no solamente tenemos que verlo como alimento, sino como energía que nos va a permitir movilizar nuestra economía para venderle al mundo de esta manera”.
—¿Estamos lejos de subirnos a ese tren?
—Ahí tenemos un debate sobre el proyecto de ley de biocombustibles. En la Argentina, la actual legislación es muy restrictiva, ya que fue pensada para otro momento económico. Por ejemplo, prohíbe inversiones, prohíbe exportar y, por ende, prohíbe crecer. Ahora tenemos una situación local e internacional distinta y hay aumento de la demanda.
“Hoy, todas las inversiones se están yendo a Brasil para hacer nuevas plantas, donde cada una insume una inversión de 400 millones de dólares. Incluso, las petroleras y las aceiteras se están asociando, algo raro de analizar pero, por ejemplo, pensemos en el puerto de Bahía Blanca: sería natural que se asocien porque comparten el mismo lugar.
“En la Argentina todavía no lo hacemos porque no existe un marco legislativo. Hay un proyecto que proponen Córdoba, Santa Fe y otras provincias y el Ejecutivo acaba de presentar otro para debatir en 2025. Es agresivo, interesante, competitivo y las petroleras, y nosotros, lo apoyamos. Eso es imprescindible, porque se podrá traccionar inversión, empleo, generación de divisas y la venta al mundo de un producto sustentable”.