Carinata: cuando la innovación va más allá de la sustentabilidad
En la campaña 2019/2020 se sembraron 1.500 hectáreas en la Argentina. Y para la que transcurre se prevén nada menos que 95.000 Has. Se trata de la carinata, un cultivo de semillas oleaginosas ...
En la campaña 2019/2020 se sembraron 1.500 hectáreas en la Argentina. Y para la que transcurre se prevén nada menos que 95.000 Has. Se trata de la carinata, un cultivo de semillas oleaginosas —no modificadas genéticamente— que contiene alrededor del 50 % de aceite no comestible de alta performance, lo que concluye en una producción ideal de biocombustibles de segunda generación para la industria aeronáutica.
La superficie se extiende, principalmente, en las provincias de Santa Fe y Entre Ríos, así como en el norte de Buenos Aires. ¿En el sudoeste bonaerense? Hay que esperar, como se explicará más adelante.
Sebastián Bravo, manager líder para carinata de Nuseed en la Argentina y en el Uruguay, explica el fenómeno del híbrido de esta manera: “Es una muy buena oportunidad para sembrar un cultivo de cobertura que tiene una mejora sobre la capacidad que deja en el suelo en retención de agua, en porosidad, en estructura y en control de malezas y hace una labranza vertical biológica. Además, tiene un mercado de referencia libre, transparente e internacional con un contrato que asegura la compra de absolutamente todo lo que se produce”.
Si bien se trata de un negocio a largo plazo, la fijación del precio en el mercado de MATIF (la bolsa de futuros Marché à Terme International de France) se ha visto favorecida por las últimas tendencias en cuanto a subas en el precio de aceite de colza y, por ende, de carinata (en contrapartida de la soja, por ejemplo). Así entonces, esta semana la tonelada del cultivo llegó a los 500 euros (unos 430 dólares).
Sobre la propuesta agronómica, Bravo dice: “Cuando decimos carinata pensamos en un sistema; es decir, en el aporte al suelo. Acá hay una presencia radicular; esto es, una raíz única pivotante y profunda que rompe los pisos arados de muchos años de siembra directa (SD), lográndose porosidad y la consecuente mejora de la infiltración y la aireación. Eso genera que la materia orgánica se produzca con mayor velocidad. Esas 6 toneladas de raíces se incorporan al suelo, en tanto que la parte aérea genera 10 Tns. de materia verde, que también va a ser MO”.
Otro tema clave es la cobertura que promueve. Se trata de un sombreado sobre el suelo que permite que las malezas no se vuelvan a regenerar, un detalle no menor para los tiempos que corren en las distintas etapas de control.
En el mercado existen dos materiales y, generalmente, se siembra entre los meses de abril y junio con la intención de ingresar al lote con un importante registro pluvial acumulado. ¿Por qué? Si bien la carinata consume poca agua (léase alrededor de 250 milímetros para iniciar el desarrollo), la primera etapa está vinculada al 50 % del éxito posterior. Luego, el suelo puede salir para soja, maíz o girasol, ya que los productos químicos utilizados en esta oleaginosa no poseen residualidad.
Los datos de rendimiento la ubican, de acuerdo con las primeras cosechas, en alrededor de los 1.500 kilos por hectárea, habiéndose anotado registros de hasta 1.800 K/H en el norte del país.
Pero también se suman incentivos orientados hacia una mayor sustentabilidad y sostenibilidad. “Para la campaña 2024/2025 estamos trabajamos con bonos de carbono. Aquellos productores que presenten las hectáreas este año y se siembren efectivamente en 2025, recibirán 2.000 dólares cada 60 Has. registradas. Es una forma de acompañar este desarrollo”, explica Bravo.
La alternativa del cultivo en la región cercana al puerto de Ingeniero White tiene limitaciones respecto de la fecha de siembra. “Para el invierno no la estamos recomendando por el marcado descenso de temperatura y porque compite directamente con el trigo en un lugar que tiene muy buena performance. Y la idea de la carinata es no competir”, aclara.
“De todos modos, en el sudoeste bonaerense estamos haciendo ensayos con plantaciones en los meses de noviembre y diciembre, luego de una cebada, o en un lote libre, para cosecharlos en abril en razón de una mayor cantidad de horas de luz y de mejores temperaturas. Es decir, se podrá contar con los mismos beneficios en el sur como en el norte, pero en este caso en verano”, sostiene Bravo, en diálogo con La Nueva. Este desarrollo se está concretando en los distritos de Coronel Suárez y General La Madrid, en Buenos Aires, así como en el departamento Quemú Quemú, en La Pampa.
Si (como sabemos) el perfil de productor argentino se destaca por su carácter innovador, entonces está claro de que la carinata va camino a consolidarse.
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