Apostar a la enseñanza agropecuaria conlleva el desafío de transmitir la cultura del trabajo
Por Ariel Perisse, Director del CETP Nro.23
Por Ariel Perisse
Director del CETP Nro.23
En el año 1.959 se estableció al 6 de agosto como día de la Educación Agropecuaria, en homenaje a la creación en esa fecha, pero del año 1883, del Instituto Santa Catalina, en Llavallol, Provincia de Buenos Aires, en conmemoración al inicio del dictado de clases en el Instituto Agronómico-Veterinario de Buenos Aires.
Apostar a la enseñanza agropecuaria conlleva el desafío de transmitir la cultura del trabajo, el amor a nuestra tierra y el convencimiento de que solo el esfuerzo y la actualización permanente nos brindaran las herramientas necesarias para contribuir al cuidado de nuestro medio, logrando cada día crecer como ciudadanos.
Hoy en día las trayectorias de vida de los jóvenes son complejas y variadas, por lo que es necesario que la educación esté orientada al desarrollo de herramientas que les permitan desempeñarse de manera satisfactoria en ámbitos diversos.
Las escuelas agropecuarias deben cumplir, simultáneamente, con dos misiones fundamentales: lograr que los alumnos adquieran las capacidades requeridas para quienes egresan del nivel de educación media y asegurarles una formación técnico profesional que les permita su inserción en el ámbito de la producción agropecuaria.
De esta manera, el primer desafío de calidad de la enseñanza agropecuaria consiste en asegurar la formación integral de sus alumnos, considerando en forma articulada tres dimensiones del sujeto de aprendizaje: su formación como persona, como ciudadano y como profesional. Es mucho lo que se ha discutido y propuesto, desde hace bastante tiempo, sobre la educación en espacios rurales y sobre la educación agraria o agro técnica en particular.
Esto debe ocurrir en un marco que reconozca la importancia de la educación agropecuaria como un espacio para la formación de personas cuyos conocimientos y habilidades deben permitirles desarrollarse de manera satisfactoria, ya sea en sus estudios superiores o en el trabajo y, de manera más general, en la vida.
La Educación agropecuaria tiene una particularidad muy bien marcada: los Docentes que en ella trabajan no lo toman como una tarea profesional más.
Cada día inician su jornada sabiendo que con su aporte están haciendo un esfuerzo para que muchos jóvenes se formen de la mejor manera posible; sobre todo haciéndolos buenas personas. Porque una BUENA PERSONA termina siendo después un buen padre, un buen hijo, un buen empleado o un buen productor agropecuario. Y los chicos y las chicas que asisten a nuestras Escuelas tienen una riqueza y una alegría interior que sin lugar a dudas los diferencia de otros chicos; nuestros alumnos saben lo que es trabajar la tierra, esperar ansiosos que la planta germine, disfrutar comiendo de la propia cosecha. Saben que si hacen las cosas bien, es muy probable que les vaya bien. Por su parte, en el ámbito económico, contar con una educación agropecuaria en todo su potencial será cada vez más un requisito para que los jóvenes logren obtener un empleo razonablemente bien pagado y que les ofrezca posibilidades de desarrollo laboral.
La fortaleza del sistema educativo agro-técnico ha sido vencer las restricciones, apostando en el día a día a las dinámicas del sector.
La innovación se ha hecho de la mano de docentes que tuvieron la capacidad de adecuarse a los requerimientos de la producción al mismo tiempo que realizaron una formación educativa de base en amplios sectores rurales del país.
El foco del sistema educativo medio sobre todo, tuvo como foco la formación educativa de amplios sectores de jóvenes, sin descuidar la calidad educativa ni la cultura del trabajo.
La Educación Agraria ha sido y es un factor decisivo en el desarrollo sostenible local y regional. Ha provisto y provee trabajo y ha contribuido a afincar la población rural a sus territorios, al dar herramientas para el agregado de valor en origen.
La Educación Agraria ha revalorizado los conocimientos y prácticas locales y les ha concedido educación, trabajo y herramientas de gestión también a las mujeres y a los jóvenes adolescentes. Ha ayudado al desarrollo de las agricultura familiar, fortaleciendo valores propios del medio rural, así como contribuyendo a la seguridad alimentaria.
Por otra parte, el sector agro ganadero argentino se encuentra ante condiciones de producción y de comercialización como no ocurrían desde hace muchas décadas.
“la Escuela es una institución pensada en la intersección del pasado, el presente y el futuro”, a través de la cual se trasmite de generación en generación un acervo cultural, una versión de la historia, una valoración de los rasgos identitarios.
El sentido de pertenencia al medio rural es un concepto muy vigente en nuestro medio y que trabajan, los docentes, día a día, para que no se pierda, por el contario se siga transmitiendo de generación en generación.
En este día especial saludamos a toda la comunidad educativa agraria de nuestro país, por su honestidad intelectual, su capacidad de redescubrirse, y hacer que diariamente este tipo de enseñanza exista y luchemos para que perdure en el tiempo.
Nada ha sido fácil en el medio rural, pero sabemos que el esfuerzo trae recompensa, y los beneficiarios directos de ello, son nuestros alumnos rurales quienes mantendrán viva la llama de este país agrícola ganadero por excelencia.