Por Branco Fibiger, estudiante de la Licenciatura en Economía. UNS
En el día de ayer el presidente Fernández anunció la extensión del aislamiento social, preventivo y obligatorio hasta Semana Santa, atendiendo las sugerencias de los expertos que lo asesoran. Gran parte de la economía mundial se encuentra paralizada, e incluso algunos comparan esta situación con el crack del año 1930 y con situaciones similares a economías de guerra.
Los pronósticos son concluyentes en el sentido de que las economías del mundo atravesarán un periodo sumamente complejo en el cual las matrices productivas de los países se toman “vacaciones” obligadas, abriendo paso a una gran recesión mundial. Surge aquí una dualidad sumamente intuitiva sobre la postura que tomaron y tomarán los distintos gobiernos en términos de cuidar los indicadores de la economía, la salud de sus habitantes o ambas (aunque una en detrimento de la otra).
El caso de Argentina es sumamente interesante. A pocos días de conocida la pandemia, Alberto Fernández decreta la cuarentena y vuelca una cantidad considerable de recursos, económicos y legales, para que la misma se cumpla. La postura es clara y según sus palabras “una economía se recupera, una vida no”. Lo anterior, despertó el interés de la Organización Mundial de la Salud para probar en la Argentina distintas drogas que atenúen esta problemática, sentando un precedente de que en algún momento fuimos ejemplo para el mundo.
En relación al estancamiento de las economías, en particular la de Argentina, que trae consigo un proceso de endeudamiento e inflación, desde el gobierno continúan utilizando el concepto de solidaridad. En principio fue el campo, el sector comercial privado y los grandes empresarios -que en lo personal adhiero-, pero poco se habla de solidaridad política. No existe una normativa que ponga a disposición un porcentaje de las ganancias de diputados, senadores, asesores, gobernadores e intendentes. El concepto de solidaridad está sujeto a una interpretación subjetiva.
El Coronavirus y la consecuente pandemia trajeron consigo aires de cambio. La distribución de riquezas, métodos de producción y cuestiones ambientales son los principales tópicos mencionados en los últimos días. Imágenes y videos de cómo lucen determinados lugares sin la presencia de la actividad humana muestran la injerencia del mismo sobre el ambiente, así como también los mapas de contaminación atmosférica señalan una acentuada disminución de emisiones en determinados centros industriales como en el norte de Italia y de mayor magnitud en China. La disparidad en la posesión de riquezas es otro ejemplo en el sentido de que la misma se concentra en un grupo de determinados agentes, mientras que los índices de pobreza, indigencia y desnutrición aumentan.
Lo cierto y lo concreto es que la humanidad toda se enfrenta a una pandemia, tal vez la más importante de la historia moderna, que trae consigo cambios en percepciones y parámetros. La acertada medida de Alberto Fernández en decretar la cuarentena a tiempo tuvo resultados positivos y existe una sensación generalizada de tranquilidad momentánea en el sentido de que dentro de la dualidad planteada al comienzo, interesa más la salud que los indicadores de una economía que pronto se recuperará.